martes, 3 de octubre de 2017

Carta para Lucas

Querido Lucas,

Son las 21:30 del 3 de Octubre de 2017. Hace un año tu y yo estabamos preparandonos para pasar la noche mas intensa que alcanzo a recordar en mi vida.
He tardado casi un año en encontrar este momento para recordarlo y contarte como fue tu llegada. Ahora mismo estás durmiendo en los brazos de papá pero entonces dormías en mi vientre y los brazos de papá estaban preparados para sostenerme y acompañarnos durante todo el viaje.

Fue un día loco, sin descanso. Lleva a David al cole, consulta con Amanda, recoge a David, a comer a casa de la abuela, vuelta al cole, recoge a David otra vez… Cuando llegamos a casa estábamos todos molidos, pero me sentía especialmente enérgica y feliz…mmm...sospechoso pensé!

Amanda se había despedido de nosotros sonriendo diciendo que tenía una cara especial y que pronto nos veríamos.

Al principio de la noche la tía Lourdes sin saber nada me escribió diciéndome que quedaba poco, acababa de echar parte del tapón pero nadie sabía nada.

¡Menudas brujas están hechas las dos! Qué o quién se chivaría...

Recuerdo todo ya difuso, se me cruzan los momentos, no sé qué fue antes y qué después. Mi cuerpo fue un cocktail de hormonas y cansancio pero sin duda esa noche renací contigo.

Sobre esta hora empezamos a compartir contracciones. David cayó dormido pronto como si algo le incitara al sueño para dejarnos este momento a nosotros.

Hablé con Amanda por teléfono cuando las contracciones venían cada minuto y medio sobre las 22:00 de la noche.

La primera en llegar fue Laura. Cuando puso sus manos en mi vientre para sentir la contracción me recorrió todo el cuerpo un escalofrío brutal. ¡Saltaron chispas!

El siguiente recuerdo es de las tres hadas madrinas (Laura, Naza y Amanda) en el sofá del salón riéndose con nosotros de las tonterías que decía papá. Yo estaba muy feliz.

Luego nos apartarnos al cuarto de al lado a bailar, en penumbra con música de fondo y respirando las contracciones. Desconozco el tiempo que estuvimos así, pero hubo una transición progresiva hasta que la cosa se puso más intensa.

Hubo un momento en el que me animaron a palpar yo misma a ver si te notaba ya que ellas respetaron nuestra intimidad y sólo se acercaban puntualmente para escuchar tu latido. Pero no alcanzaba a tocarte y le pedí a Amanda que lo hiciera ella. Menos mal que no me dijo que aún llevaba 4 cm porque me hubiera venido abajo.

No se si me lo pidió el cuerpo o si fueron ellas las que me recomendaron darme una ducha caliente y tumbarme a descansar entre contracciones porque esto podía durar y empezaba a sentir angustia y cansancio. No sé si conseguía dormir entre contracciones o si sólo tenía contracciones porque no recuerdo aguantar tumbada de lado en la cama. Me puse boca abajo en la cama de rodillas y entre contracciones apoyaba la cabeza para aprovechar el respiro y descansar, pero de repente, plas! He roto aguas! Avisé al papá.
Vinieron rápidamente, lo vieron y con la tranquilidad que me transmitían me dejaron seguir.
Te supliqué que salieras ya, que mamá quería conocerte y se estaba cansando.

El dolor ya era tan fuerte que me cegaba. Me metí en la ducha con agua muy caliente y cuando llegaba cada contracción me colgaba de papá porque perdía fuerza en las piernas. Mi mente se apagó. Salió el animal. Se activó el cerebro que nos ayuda a sobrevivir y tomó las riendas de todo. Me volví salvaje.

Salí desnuda, empapada y me tiré al suelo a cuatro patas. Los notaba a todos alrededor pero no podía relacionarme con ninguno como un ser humano. Les ordené “Agua!!” ,“Tengo sed!!”, “Aire, aire!!!!”, “Tú no te muevas!!”....
Empecé a gritar con unos gritos desgarradores, pero que mi cuerpo necesitaba dejar salir para ayudar a empujar simultáneamente por arriba y por abajo.

Nada me importó que fueran las 5 de la madrugada, que los vecinos durmieran, que 4 adultos educados y comedidos observaran como me convertía en una fiera, porque no era mi yo habitual, era la loba, la leona.  Esa noche conocí a la Ana salvaje, que me demostró la fuerza que tengo dentro y no dejo salir.

Y entonces cuando tu cabeza estaba asomando, David amaneció como si hubiera permanecido observando en silencio todo el proceso. Se puso al lado de papá y miró tu carita…
  • “Es negro”- dijo. Y mi salvaje en ese momento pensó… ¡Imposible!
Nos había costado a los dos sacar ese melón y esos hombros y estabas congestionado nada más.

Mi salvaje no quiso poner las manos para cogerte al nacer sino que Amanda te recibió y al girarme te puso en mis brazos.  Los gritos, esfuerzos e intensidad se convirtieron en puro amor. Eras tan pequeño, olías tan bien y habías hecho tanto por nacer tú sólo con apenas ayuda que sólo podíamos admirarte. Era la perfecta bienvenida que pedí y me la habías concedido.

Este año lo recordaré como una dura etapa que igual que durante el parto implicó sufrimiento y cansancio a vuestro lado, pero que me ha regalado los momentos más maravillosos y bonitos de mi vida.

Las miradas y momentos compartidos con David, papá y conmigo misma hacen de tu llegada la confirmación de que te necesitábamos en esta familia.

Eres poderoso. Sobretodo los primeros meses cuando gritabas y llorabas con tanta fuerza. La misma que mi salvaje desplegó en el parto. A veces pienso si no serían tuyos los gritos que sonaron a través de mi garganta.
Pero también son poderosas tus explosiones de alegría, tus sonrisas, y tus miradas cómplices.

Muchas gracias por elegirnos porque eres lo que necesitaba esta familia después de las dos estrellitas fugaces que te precedieron.

Soy una mujer enamorada y somos muy afortunados de haber vivido esto porque:

  • Papá estuvo ese día y sigue estando ahí como un árbol al que aferrarme cuando me temblaban las piernas, me daban arcadas o simplemente necesitaba gritar al mundo. Ojalá cuando David y tú estéis en ese lugar sepáis honrar su esfuerzo, dedicación y amor.

  • David fue el primero de la familia en verte con ojitos de admiración y siento que ese momento forjó vuestro amor para siempre. Honra también su lugar y permite que te enseñe cómo es la vida desde la mirada de un hermano.

  • Tuvimos tres hadas madrinas, con manos mágicas. Las manos de Laura nos chutaron energy, las de Naza conocían tu punto de relajación y las de Amanda te dieron la bienvenida. Ojalá muchas familias tengan tanta suerte de contar con un equipo tan profesional, atento pero sobretodo cariñoso y genial como el que forman las hadas de Ilitia.

  • Las dos estrellitas fugaces que mencioné antes, Noa e Ian, también estuvieron ahí. Quizá no físicamente pero sus enseñanzas y su fuerza se hicieron notar.

Pero aún hubo alguien más esa noche que no mencioné. Hugo estuvo de espectador desde la barriga de su mamá, tomando nota de todo lo que pasaba ahí. Otro nuevo maestro como vosotros que esa noche acompañó como la vida te empujaba a vivirla fuera de mamá.

Disfrútala y nunca olvides que es perfecta pase lo que pase.

¡¡Te quiero lucecita!!

Mamá

2 comentarios:

  1. Qué bonito, Ana, y cuánto me alegra que fueras tan valiente a la hora de elegir cómo querías que fuera la llegada de Lucas a vuestra familia. No es fácil optar por ese camino hoy con libertad, ¿verdad?

    Me hace gracia porque apenas llegamos a conocernos durante el breve tiempo que compartimos oficina pero, de haberlo sabido, habríamos tenido mucho de lo que hablar :)

    Es curioso lo que encuentra uno en los azares de Internet :)

    Seguid disfrutando la vida, familia. Solo quería saludar porque me has emocionado.

    ResponderEliminar
  2. Hola Enrique! Muchas gracias por el comentario. Qué gracia que hayas llegado aquí :)
    Aún podemos hablar mucho aunque no compartamos oficina ahora mismo, eh? Además la vida da muchas vueltas!
    Un abrazo!

    ResponderEliminar